lunes, 14 de diciembre de 2009

de olas y mares


Esta fría mañana, al amanecer, las olas llegaban una tras otra como buscando mis pies.

El tranquilo mar, hoy embravecido, quería llamar mi atención.

Recordé una leyenda sobre un estudiante zen y su maestro que le decía que el mar era como su cerebro y las olas los pensamientos que llegan sin cesar, uno tras otro.

“No te apegues a los pensamientos, deja que vengan y vayan.”

¡Cuantas veces quise surfear en olas que me ahogaban!.

Otras tantas supe mantenerme en la cresta lo suficiente como para que llegara una ola mayor y me aplastara contra el fondo….de mis pensamientos.

Refugio de niñez y consuelo de adolescencia.

También he visto otros mares menos melancólicos. Y he visto marineros con manos ajadas que trataban al mar de igual a igual en desiguales condiciones.

He visto mujeres llorar a orillas de un mar que les secuestró a sus hombres…a sus hijos.

He buscado sirenas que me transportaran a su mundo. Algunas supieron invadir mis sueños y mostrarme lo que ya imaginaba.

Lejos de casa siempre busco un mar que me comunique con la otra orilla y me haga sentir cerca lo que añoro.

Bálsamo espiritual.

He encontrado un mar que me ha acogido con calidez. Supe bañarme en sus aguas y supo ganarse mi confianza.

Desde esta orilla no busco la otra. Lo que añoro cuando estoy lejos, ahora está cerquita.

En esta misma orilla, esta fría mañana, al amanecer, las olas llegaban una tras otra como buscando mis pies.